Cuando hablamos de "tumor cerebral" nos referimos al crecimiento anormal de las células en el tejido del cerebro.
En ocasiones este crecimiento se produce de forma lenta e invadiendo los espacios entre los tejidos sin llegar a infiltrarlos y pudiendo delimitarse claramente un margen entre el tumor y el resto del cerebro. Es el caso de los tumores benignos cuya agresividad y velocidad de replicación no es elevada. Los más característicos son los dependientes de las células que rodean los nervios craneales (schwannomas) o de las células que recubre el tejido nervioso (meningiomas). Los adenomas de hipófisis son también tumores benignos frecuentes en los que la finalidad de un tratamiento es doble: evitar su progresión, con el especial peligro que conlleva para la vía óptica que se encuentra muy cercana, y controlar la situación hormonal en casos de adenomas productores de alguna hormona. Otro tumor que merece mención aparte es el craneofaringioma que frecuentemente se asocia a un componente quístico que suele ser preciso drenar de forma independiente al tratamiento radioquirúrgico. El quiste, en ocasiones, puede volver a rellenarse en los meses siguientes a la Radiocirugía, a pesar de que el tratamiento resulte efectivo, precisando nuevos drenajes. Otros tumores benignos o de baja agresividad y susceptibles de tratamiento con Radiocirugía son: hemangioblastomas, hamartomas, astrocitomas de bajo grado,…
Los cordomas son tumores cerebrales que, aunque tienen un lento crecimiento, puede ser muy invasivos, con destrucción ósea y alta tasa de recidivas. Su agresividad varía en función de ciertas características histológicas y, si bien la resección es la primera opción terapéutica, pueden beneficiarse de la Radiocirugía debido a su localización en base de cráneo que suele imposibilitar o complicar una extirpación completa.
En otras ocasiones el tumor es muy agresivo y se duplica rápidamente por lo que crece en poco tiempo e invade y destruye estructuras vecinas no pudiendo definirse un claro margen con las mismas (gliomas, metástasis, ependimomas, meduloblastomas,…). En estos casos de tumores malignos la Radiocirugía suele utilizarse como complemento a otros tratamientos previos.
Tanto en los tumores malignos como en los benignos se pueden establecer subgrupos en función de su mayor o menor agresividad que habrá que tener en cuenta a la hora de diseñar cada tratamiento e informar a cada paciente. La característica común de ambos es que CRECEN si no son tratados y que ALTERAN LA FUNCIÓN NERVIOSA al comprimir o destruir las estructuras próximas: función motora y sensitiva, afectación de pares craneales, incluyendo el dolor neurálgico, alteraciones hormonales, alteraciones del riego sanguíneo,… y, si el crecimiento continúa, se podría incluso alcanzar un compromiso vital.